COVID-19 y su posible incidencia en la lucha contra el cambio climático.
La pandemia del Coronavirus representa sin duda una de las peores amenazas que ha sufrido la humanidad en el último tiempo, y pone al descubierto varios temas importantes, por ejemplo lo vulnerables que somos a pesar de los niveles de desarrollo que tengan los países, las inmensas brechas de desigualdad que existen en el mundo, y lo importante que hubiera sido invertir en mejores sistemas de salud pública y protocolos que hubieran permitido prevenir y responder de mejor manera a lo que está sucediendo actualmente, entre otras cosas.
El freno de mano que se le ha puesto a la actividad económica mundial, derivado de las medidas asumidas para evitar la propagación del virus sin duda puede salvar muchas vidas, pero también conlleva a terribles pérdidas económicas. Sin embargo, dichos cambios también han generado impactos ambientales positivos, dada la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero producto de la paralización de muchas actividades. Es muy importante resaltar que ello NO significa que la pandemia sea positiva para la lucha contra el cambio climático, ya que en realidad también está afectando negativamente a las gestiones internacionales y nacionales que se estaban llevando a cabo para atender el cambio climático y cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, y pone en riesgo la movilización de financiamiento para implementar acciones de mitigación y/o adaptación tanto a corto, mediano como largo plazo.
Es en ese sentido que las organizaciones comprometidas con la atención al cambio climático estamos muy preocupadas por dos cosas fundamentales: a) que el cambio en las prioridades de los gobiernos derive en la reducción de los esfuerzos destinados a cumplir los compromisos climáticos nacionales establecidos en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC por sus siglas en inglés), las cuales se suponía que este año tendría que ser actualizadas con metas más ambiciosas; b) las implicaciones futuras que tendrán las decisiones de los gobiernos para reactivar sus economías y salir de la recesión que seguramente llegará a nivel mundial.
Por tanto, es menester pensar que la emergencia climática también es un tema urgente de atender y que sus impactos futuros pueden ser devastadores para el planeta y la humanidad, por tanto, no podemos permitir que se disminuyan los esfuerzos y que se reduzca el financiamiento, tanto nacional como internacional, para atender este problema que es de carácter global y que ya está afectando y afectará aún más, especialmente a las poblaciones más vulnerables. Asimismo, se debe exigir que las medidas que apliquen los países para salvar sus economías, consideren modelos de desarrollo sostenible y que promuevan la justicia climática y social, así como soluciones que no empeoren la crisis climática, por el contrario, que coadyuven a atender el problema de la mejor manera.
Finalmente llamamos a la reflexión, ya que lo que estamos viviendo representa una gran oportunidad de APRENDIZAJE, por ejemplo: i) sobre la urgencia de actuar de manera preventiva, ii) lo importante que será implementar medidas de adaptación que permitan aumentar nuestro nivel de resiliencia; iii) lo viable que es hacer cambios sustanciales en las dinámicas y modelos de desarrollo para vivir en mayor armonía con la naturaleza; iv) la inmensa vulnerabilidad que representa tener economías que dependan altamente de industrias extractivas en las que la volatilidad de precios internacionales y shocks externos puede tener efectos muy adversos, y por tanto la necesidad de cambiar ese tipo de modelos; y v) la posibilidad de que, como consecuencia del calentamiento global, aparezcan nuevos virus y enfermedades que pongan nuevamente en riesgo a la humanidad.
Es en ese sentido, que desde el GFLAC hacemos un llamado para no bajar los brazos, sino por el contrario, aumentar los esfuerzos para que tanto los gobiernos como el resto de actores comprendan la importancia de seguir atendiendo la problemática del cambio climático y lo fundamental que será esta lucha en los próximos 10 años para salvar el planeta, nuestro futuro y el de nuestros hijos.